Control de roedores en espacios abiertos: entrevista a Alberto Foglia

Compartimos una charla con un especialista en el control de plagas urbanas, en donde nos cuenta cuál es la situación actual de la población de roedores en Argentina, cómo cambiaron sus hábitos y qué se entiende cuando se habla de una estrategia integral de control.

 

 

 

Alberto Ambrosio Foglia es Ingeniero agrónomo, forma parte de la Cámara de Empresas de control de plagas de Córdoba, es socio gerente de Sembrar, su empresa distribuidora de insumos para el control de plagas urbanas, y es también director técnico de varias empresas de control de plagas urbanas en su provincia.

Con él compartimos una charla sobre la situación de roedores en Argentina y algunas recomendaciones sobre un control eficiente en espacios urbanos o semiurbanos abiertos.

— ¿Estamos ante una situación de cambio de hábito en las poblaciones de roedores?

— Claramente, no sólo en Argentina, sino en todo el mundo. La pandemia ha generado un movimiento y un crecimiento con indicadores por encima de lo normal. Lo habitual es que, durante las épocas de bajas temperaturas, los roedores se hacen más visibles debido a su necesidad de búsqueda de alimento, los cuales no están tan disponibles en el exterior y comienzan a ingresar a otros espacios. Así es como se los detecta tanto en fábricas, depósitos de alimentos, casas particulares, etc.

La pandemia ha generado una menor actividad comercial, fabril y económica, modificando la oferta de alimento disponible para los roedores, generando también un desbalance en los hábitats naturales, obligándolos a buscar alimento en otros espacios y conquistando áreas que quedaron con baja actividad o cerrados. Por otra parte, y como agravante, la menor actividad económica impacta también en los clientes de las empresas de control de plagas, que no pueden pagar los servicios o tratan de discontinuarlos. Los especialistas deben agudizar el ingenio para encontrar nuevas estrategias de control, eficientes y económicas.

Este escenario les entrega un campo libre a los roedores para que conquisten espacios y se instalen en ambientes nuevos que les ofrezcan refugio, alimento y agua.

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— ¿Como es un correcto control de roedores en espacios urbanos o semiurbanos abiertos?

— Desde hace varios años el control de las plagas urbanas fue rotando, variando y evolucionando. Inicialmente ante la presencia de una plaga, los criterios de control se basaban en el control directo, colocando cebo rodenticida o aplicando una matanza de roedores usando gases u otros métodos para lograr un control inmediato. Los resultados parecían muy buenos, pero las poblaciones de roedores comenzaron a detectar los cebos tóxicos y resurgieron las infestaciones.

Con el paso del tiempo, se ha evolucionado, determinando que las acciones de control directo deben ir combinadas con una serie de herramientas y procesos. Así hoy hablamos de una estrategia de control, un manejo integrado que contempla diferentes etapas, garantizando un control más eficiente. Nos dimos cuenta que debíamos conocer mejor a la plaga, su biología, sus hábitos, y el por qué elegía un lugar determinado para establecerse, además de qué hábitos del hombre favorecen su desarrollo poblacional.

Esta estrategia de control integrado es un proceso de mediano a largo plazo que contempla básicamente 4 etapas principales que son: inspección, diagnóstico, control y evaluación. Con esta estrategia se apunta a lograr una baja poblacional de la plaga, un control eficiente a índices tolerables y también evitar futuras reinfestaciones. Todo esto con el objetivo final de evitar daños económicos  y a la salud.

La primera etapa es la de “inspección”, en donde se realiza un reconocimiento previo para identificar la problemática a la que nos enfrentamos. Así se debe realizar un relevamiento de los espacios y de los signos de presencia de plagas, tratando de identificar las fuentes de alimento, de refugio, reconociendo las áreas de movilidad y hábitat del roedor. Determinando todas las condiciones predisponentes a la invasión, instalación o desarrollo de los roedores. Esta etapa puede durar solo una visita, como así varias en días sucesivos o no, de acuerdo a la superficie del área a tratar, como de la dimensión de la infestación presente. Registrar datos como características del ambiente y estructuras, actividades que se realizan en el lugar, estado de ordenamiento y mantenimiento, madrigueras activas, fuentes de alimento, hasta, de ser necesario, capturas y recolección de heces para ser analizados en un laboratorio.

La segunda etapa es la de “diagnóstico”, en donde se debe realizar un análisis de los datos recolectados en la etapa anterior para entender el problema al que nos enfrentamos y cómo lo resolvemos. Entonces estudiando toda la información recolectada definimos acciones a realizar.

Un diagnóstico correcto es una etapa clave en la estrategia integral, donde definir correctamente la o las especies presentes y reconocer sus hábitos, son la piedra fundacional de la siguiente etapa que es la de la estrategia de control. Pero antes, se debe determinar las modificaciones del ámbito cultural, aplicando únicamente las que no impacten en los hábitos de los roedores, para que no cambie el escenario antes de realizar el control directo.

La tercera etapa es la de “control directo”, donde se realizan las acciones de control, ya sean químicas, físicas y/o mecánicas. Colocando estaciones de cebado, rodenticidas, placas adhesivas, trampas de captura viva o no, etc.

El último proceso es el de “evaluación”, en donde se debe monitorear y observar qué ocurrió con la población de plagas presente, y determinar si la estrategia aplicada fue correcta o necesita ser ajustada, modificada o cambiada. Para identificar que la población disminuyó, es importante basarse en la información relevada en todas las etapas anteriores. Este relevamiento de datos concretos es fundamental. Existen muchas formas de detectar si bajó la población de la plaga, como identificar la cantidad de madrigueras activas y relevar si estas siguen en actividad, o evaluar el consumo de los cebos a lo largo del tiempo, entre otras.

Es importante entender que el monitoreo no termina luego de la etapa de control, pensando que hemos erradicado la plaga definitivamente. Esta es una tarea permanente que se debe mantener, principalmente para evitar futuras reinfestaciones.

— ¿Cuáles son las herramientas químicas más eficientes para el control de roedores?

 Hoy en día existe una gran variedad de rodenticidas. Como herramientas químicas antes disponíamos exclusivamente de productos de acción inmediata, que eran de una mayor peligrosidad, de los que se necesitaban altas dosis de consumo por parte de los roedores para lograr la mortalidad buscada. Hoy ya tenemos una batería de productos de 3ra. o 4ta generación que demuestran eficiencia. La mayoría son cebos en sus distintas formulaciones, como granos, pellets, pastillones o bloques, parafinados o no, extrusados o comprimidos, etc. Los activos de los cebos modernos son todos hemorrágicos, que actúan sobre la vitamina k, generando en los vasos sanguíneos de los roedores hemorragias que derivan en la muerte del roedor entre las 48 horas y los 10 días, sin «despertar» el sistema de advertencia altamente desarrollado por los roedores. Al producirse los síntomas de intoxicación tantas horas después del consumo del cebo, el resto de la colonia no relaciona el síntoma con el cebo. Los activos de mayor utilización son Bromadiolone, y Brodifacum. Por el momento no se ha detectado resistencia a estos principios activos.

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— ¿Qué acciones complementarias al uso de rodenticidas aumentan la eficacia del control?

 La principal acción rápida para aumentar la eficacia del control químico, es disminuir la oferta de alimento disponible para el roedor, para que éste elija y consuma el cebo tóxico. En cuanto a las acciones indirectas y a largo plazo, son las acciones culturales y físicas, en donde se debe trabajar sobre la higiene del lugar, recolectar la basura y mantener las áreas verdes limpias y despejadas, modificando los hábitos que favorezcan a la plaga. En cuanto a las acciones físicas, controlar y cerrar todos los accesos de ingreso, reparando mamposterías, puertas o ventanas rotas, por ejemplo.

— ¿Qué se hace y como se tratan los restos de roedores controlados?

 Este es sin duda, un problema importante que se debe solucionar. En general, en espacios abiertos, una gran cantidad de los roedores controlados mueren bajo tierra en su madriguera. Esta es la situación ideal, ya que por los microorganismos que hay en el lugar, se va a descomponer naturalmente. El problema son los que mueren afuera. Ya sea porque otro animal lo puede consumir o porque alguien lo encuentre, o inclusive que una mosca ponga huevos sobre el cadáver del roedor y surja otra plaga, otro problema.

Las técnicas comunes de eliminación de cadáveres es la recolección y su derivación a pozos sanitarios, o a ser tratados con cal o incinerados, preferente en algún espacio cercano. Siempre teniendo en cuenta todas las precauciones necesarias, sabiendo que estamos tratando con cadáveres que pueden tener ectoparásitos o inclusive transmitir enfermedades. Por lo tanto, se debe contar con los elementos de protección necesarios como ropa de trabajo adecuada, calzado de seguridad, guantes, protección ocular y protección respiratoria, mascarillas para partículas sólidas o de mayor seguridad, dependiendo de los riesgos presentes.

Tomá el control de las plagas con

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