Control de roedores en tiempos de Covid-19

Las colonias de roedores están acostumbradas a vivir entre la gente, tanto en ambientes naturales como en espacios urbanos donde existan fuentes de alimentación. Con motivo del aislamiento social, no encuentran sus fuentes habituales, y al comenzar a sentir hambre, aumentan su actividad con mayores libertades para buscar alimento, colonizando nuevos espacios.

Los roedores sinantrópicos son, sin dudas, uno de los problemas de más difícil solución dentro del universo de control de plagas. Su alta tasa de natalidad, el amplio espectro de nichos ecológicos ocupados, su heterogéneo repertorio de conductas alimentarias y su gran capacidad de adaptación a las restricciones impuestas por el hombre, son los pilares de una ecuación que tiene como resultado final la presencia de estas especies prácticamente en todo el mundo. La necesidad actual de disminuir el margen de error en las intervenciones apuntadas a su control de roedores exige un conocimiento más integral de determinados aspectos biológicos y ecológicos de estas especies.

El orden Rodentia conforma el grupo más numeroso y extendido dentro de los mamíferos vivientes, con 34 familias y 2.280 especies.

Encuentra a sus máximos exponentes en tres especies: Rattus norvegicus, Mus musculus y Rattus rattus; cuya habilidad adaptarse y sobrevivir cerca del ser humano las convierte en eficaces explotadoras de la expansión territorial, permitiéndoles ocupar la mayor parte de las regiones del mundo.

Con motivo de profundizar la diferenciación de cada una de estas especies, compartimos una breve descripción de cada una.

Desde arriba hacia abajo, ejemplares adultos de Mus musculus, Rattus rattus y Rattus norvegicus.
(Tomado de Trainig and information material on vector biology and control. Rodents. World Health Organization).

Control

Cuando planificamos las actividades de control, debemos tener en cuenta las herramientas disponibles para controlar y reducir una población dependiendo de las características de la especie.

Entre los agentes químicos especialmente producidos para controlar roedores, los rodenticidas anticoagulantes son los empleados casi con exclusividad en la actualidad. Debido a su carácter de antagonistas específicos de la vitamina K, su mecanismo de acción se basa en la disminución de la síntesis hepática de sustancias que intervienen en el proceso de coagulación.

Los rodenticidas anticoagulantes son compuestos que trabajan sobre la dinámica del tejido sanguíneo del roedor, impidiendo su normal coagulación y generalmente provocando la muerte del animal por shock hemorrágico entre las 48 y 96 horas posteriores a la ingesta de una dosis letal.

Su mecanismo de acción consiste en la inhibición de las enzimas vitamina K 2,3 epóxido reductasa y la vitamina K reductasa que catalizan el paso de la vitamina K a una forma reducida. La vitamina K se requiere para la activación de determinados factores de coagulación (II, VII, IX y X) y para el normal desarrollo de la cascada coagulatoria. No es que tengan una actividad anticoagulante per se, ya que  no afectan los factores de la coagulación ya sintetizados, ni los circulantes; sino que los efectos anticoagulantes sólo aparecerán cuando se alcance un descenso suficiente de los niveles de dichos factores, esto dependerá de la tasa individual de degradación de cada factor. Por ello, al menos han de transcurrir 72 horas entre la ingesta del rodenticida y la aparición de una expresión tóxica.

En base a su núcleo químico básico, los anticoagulantes son divididos en dos grandes grupos:

– Derivados de la cumarina: Actúan inhibiendo la síntesis de los factores II, VII, IX y X, interfiriendo con la gammacarboxilación.

– Derivados de la indandiona: Además de su acción anticoagulante, desacoplan la fosforilación oxidativa del metabolismo energético de los mamíferos.

También podemos clasificarlos en base a su potencia en:

– Polidósicos (ej.: warfarina, clorofacinona, coumatetralyl)

Son productos de tecnología desarrollada antes de los 1970, y su efecto es acumulativo, con una necesidad de ingesta de múltiples dosis. Se emplean en concentraciones que varían entre el 0,005 y el 0,1 %.

– Monodósicos (ej.: difacinona, brodifacoum, bromadiolone, difenacoum, flocoumafen)

Con la aparición de resistencias a los productos de primera generación, se empezaron a formular compuestos más complejos. La adición de un grupo halogenado incrementó la toxicidad de los primeros anticoagulantes cumarínicos. Sus concentraciones de uso (0,001-0,005 %) son sustancialmente inferiores a las de los compuestos polidósicos. Son capaces de desencadenar expresiones mórbidas en el roedor luego de una sola ingesta.

El ingrediente activo del Rastop de Gleba, es la bromadiolona, un potente anticoagulante utilizado mundialmente que actúa como antagonista interfiriendo con la actividad de la vitamina K, perteneciendo a la segunda generación de anticoagulantes químicos derivados de la 4-hidroxicumarina.

Estrategia de círculos

Toda intención de controlar roedores sinantrópicos exige una estrategia integral que debe incluir:

  1. Un correcto diagnóstico del riesgo y presencia de roedores.
  2. Un programa de control en base al diagnóstico previo y en función de la especie.
  3. Determinar zonas críticas de anidación, tránsito y consumo.
  4. Colocar estaciones de cebado formando anillos concéntricos preventivos.
  5. Controlar el consumo con la frecuencia determinada.
  6. Realizar el seguimiento de la estrategia mediante análisis y diagnósticos.
  7. Aplicar un seguimiento para evitar el riesgo de reinfestaciones.

​En lo referente al punto 4, la táctica se basa en utilizar los llamados anillos o franjas concéntricas, donde determinamos las zonas por donde los roedores generalmente desarrollan su actividad (anidación, tránsito y alimentación).

​Es clave, durante el diagnóstico, entender, individualizar y registrar esas franjas  pero correlacionarlas con la especie de roedor ya que puede haber diferencias marcadas entre ellas.

Una situación común es situar el problema en los lugares de consumo de alimento, donde solo se concentra el  10 o 15 % de la población total presenten en el lugar. Únicamente se presentan los roedores alfa, que son más agresivos, más fuertes y físicamente preparados para luchar por ese territorio.

La mayor parte de la población, se encuentran protegidos en madrigueras y en nidos alejados de la zona de alimentación (no destetados y las hembras que los amamantan, las hembras que están por parir  y los más longevos) Las madrigueras las podemos encontrar cerca de la fuente de alimento o lejos, dependiendo de la especie.

Cuando los nidos se encuentran a pocos metros de la zona de alimentación,  estamos en presencia de una situación grave de infestación. Cuando las zonas de anidación y las de alimentación se superponen, es una clara indicación de descuido, donde no se realizó ninguna acción de control previo y se liberó el ambiente. En esta situación, debemos ser conscientes de que estamos frente a una muy alta presión de plaga.

En cuanto al punto 5, donde debemos controlar el consumo para dimensionar la infestación, al aplicar cebos rodenticidas anticoagulantes, debemos leer las evidencias claras de su efecto antes del fin de la segunda semana de haber comenzado.

Como ejemplo indicativo:

a) Correcto: más del 50 % de los puntos de cebado fueron visitados por las ratas con muestras de consumo (los puntos visitados pueden identificarse a través de la presencia de signos recientes de roedores).
b) Correcto: más del 50 % de los excrementos frescos de roedores están coloreados por la tintura añadida por el fabricante al rodenticida emplead
c) Incorrecto registros de consumo inferiores al 50 % de los puntos visitados y excrementos coloreados pueden manifestar falencias en la estrategia puesta en práctica.

Tomá el control de las plagas con

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