La oruga de las leguminosas amenaza la soja

Identificar las plagas que afectan al cultivo de soja y los monitoreos periódicos de los lotes son claves para evitar sorpresas a la hora del control por parte de los insecticidas, y evitar pérdidas en el rinde proyectado. Sin duda, entre las principales amenazas para nuestra soja, en el podio está la Oruga de las leguminosas.

El cultivo de soja es sin dudas el más importante de la Argentina, no sólo por la producción, sino por la superficie ocupada. Algunas de las principales plagas que se le presentan son, las arañuelas y los lepidópteros (conocidos como orugas defoliadoras). De estas últimas, la oruga de las leguminosas es sin duda una de las más dañinas, debido a su voracidad, ya que puede consumir de 100-110 cm2 durante su ciclo y se comporta como defoliadora fundamentalmente, afectando la capacidad fotosintética de la planta y el área foliar, generando caídas en la tasa de crecimiento durante el período crítico y disminuyendo la disponibilidad de foto asimilados en el llenado de granos, lo que deriva en disminuciones del rinde.

La Oruga de las leguminosas o Anticarsia gemmatalis es una especie propia de las zonas templadas, que ataca leguminosas y constituye el desfoliador más importante de la soja en el hemisferio occidental. Se caracteriza por su gran voracidad, defoliando hasta las plantas desarrolladas.

Como adulto es una polilla de 26 a 36 mm de expansión alar, de color pardo morado, grisáceo o amarillento, moteado de negro, con una línea oblicua cruza las alas.

Las hembras desovan en las vainas, tallos, y envés de las hojas. El período embrionario dura 3 días, al cabo de los cuales eclosionan las larvas. Estas son de color verde con líneas longitudinales blancas y cada anillo del cuerpo está separado por una línea de color amarillo. Son muy movedizas, y al tocarlas responden con movimientos intensos e incluso saltan tirándose de la planta. Las larvas de los primeros estadios roen la faz inferior de las hojas, a partir del segundo estadio consumen las partes tiernas dejando las nervaduras intactas. En ataques muy severos pueden consumir brotes, tallos tiernos y aún vainas. Desarrolla seis estadios larvales, de 20 a 30 días, luego empupa bajo restos de hojas o en los primeros centímetros del suelo, y al cabo de 10 a 12 días emerge el adulto.

Monitoreo y control

En el período reproductivo de la soja, hay mucho menos margen de maniobra que con respecto al período vegetativo, y en ese sentido entre R3 y R5 no sería conveniente que la defoliación final supere más allá del 15 al 25% (defoliación del 10% más orugas en R3-R4, y defoliación del 20% más orugas promediando R5, dependiendo de los grupos).

Para el monitoreo de los daños de defoliadoras, se recomienda usar un patrón para determinar el grado de defoliación del lote midiendo cada folíolo comparativamente. El procedimiento consiste en tomar al azar 5 folíolos del tercio superior, 5 folíolos del tercio medio y 5 folíolos del tercio inferior, y debe repetirse en otros lugares del lote para que el monitoreo sea representativo. Finalmente se saca el promedio de defoliación del lote.

Patrón de defoliación

Criterios de decisiones para “orugas defoliadoras” en relación al estado fenológico y grupo de madurez del cultivo de soja

 

El control químico es una de las principales estrategias para reducir la población de la plaga por su rapidez y flexibilidad. Debemos realizar el control durante el periodo reproductivo, y cuando existan hasta 10 adultos por metro lineal se recomienda realizar la aplicación. Desde el periodo R3 – R5 la población debe ser mínima. La situación de alto riesgo por defoliaciones durante toda la etapa reproductiva sugiere la importancia de utilizar alternativas residuales.

Como recomendamos en varias ocasiones, es importante la rotación de principios activos para la prevención de la aparición de resistencias. Lo ideal es realizar la rotación de ingredientes activos incorporando una aplicación de fosforados, por el riesgo de la tolerancia y resistencia

Los productos más utilizados para esta estrategia son piretroides (cipermetrina, lambdacialotrina, alfametrina, bifentrin), los IGR´s reguladores de crecimiento (lufenuron, clorfluazurón) y neonicotenoides (imidacloprid, acetamiprid, tiametoxan).

Los piretroides son insecticidas de contacto sin movilidad dentro de la planta. En el insecto actúan por contacto e ingestión, sobre el sistema nervioso central, excitando al insecto y produciendo finalmente la muerte por contracción muscular. Poseen muy rápida acción de volteo, mínima volatilidad (baja tensión de vapor), amplio espectro de control y corta persistencia. El bifentrin es un piretroide que actúa por contacto e ingestión. Posee mayor persistencia de control que otros piretroides al contar con una mayor estabilidad frente a la degradación por acción de la luz y las altas temperaturas ambientales.

Zamuray 10® es un insecticida-acaricida piretroide con bifentrin en formulación concentrado emulsionable, que actúa por contacto e ingestión a muy bajas dosis. Controla insectos del orden de los lepidópteros, homópteros, hemípteros y otros que atacan los cultivos agrícolas.

El grupo de los IGR´s, trabaja sobre las funciones metabólicas específicas de los insectos, con una alta selectividad sobre las especies no blanco, actuando muy bien sobre orugas desfoliadoras. Dentro de este grupo se encuentran los inhibidores de la formación de quitina de los insectos (IQ), que impiden la deposición de quitina luego de producido el cambio de estadio larval, por lo que el tegumento no puede proteger a la larva, se deforma la pupa o es menos fértil el adulto; en todos los casos el individuo muere. Uno de los principios activos más utilizados es el lufenuron. Su larga residualidad facilita que las larvas consuman los insecticidas aplicados durante el período de incidencia.

Otro grupo incluye los neonicotinoides, que son insecticidas surgidos en la década del 90, y actúan en el insecto por ingestión y contacto sobre el sistema nervioso central, produciendo una sobrestimulación, excitación, agitación, alta actividad/movimiento, temblores, convulsión, parálisis y muerte. En la planta actúan en forma sistémica, con un buen movimiento por raíz y hojas nuevas. Los más utilizados por su acción translaminar con buen movimiento sistémico son el imidacloprid, el tiametoxam y el dinotefuran.

Vento® es un insecticida foliar compuesto por dos ingredientes activos con alto poder de control el cultivo de soja. Su gran acción que permite ampliar el control de plagas a tratar con un solo producto. Combina ingredientes activos de acción complementaria: lufenuron, un regulador de crecimiento que interfiere con la síntesis de quitina, más un carbamato (thiodicarb) que actúa por contacto e ingestión o inhalación sobre el insecto, a nivel del sistema nervioso central. Opera también como ovicida, reduciendo la fecundidad y la eclosión de los huevos. Insectos resistentes a productos organofosforados y piretroides son bien controlados.

 

 

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