La importancia del control de moscas en la producción avícola

Cuando las poblaciones de moscas en las explotaciones avícolas, no se controlan adecuadamente, se convierten en un problema de salud pública para en las comunidades cercanas. Las infestaciones de moscas son un gran desafío ya que el estiércol de las aves es el medio ideal para su reproducción. Su control y prevención son esenciales para el éxito en la producción.

Una cantidad excesiva de moscas en instalaciones avícolas es una situación compleja, ya que afectan negativamente al rendimiento productivo como resultado del estrés que generan en los animales. En casos graves de infestación, las aves se ven abrumadas, reduciendo drásticamente la producción de carne y huevos. Por otro lado, actúan como vectores transmisores de enfermedades, siendo también una gran molestia para los trabajadores del establecimiento.

Un leve problema de moscas sin controlar puede convertirse en una grave infestación, ya que algunas especies son capaces de completar su desarrollo de huevos a adultos en tan solo siete días. Las moscas domésticas viven hasta 3 semanas y son activas durante la parte más cálida del año. Los huevos se depositan en materia orgánica en estado de putrefacción. Incuban luego de 12 horas y las larvas o gusanos se alimentan de materiales orgánicos en estado de putrefacción. Su ciclo corto y la velocidad de reproducción hace que produzcan múltiples generaciones por año, pudiendo encontrase todas las fases de desarrollo al mismo tiempo.

Los principales problemas generados por las moscas derivan de que estas defecan y regurgitan, manchando las estructuras, equipos, aparatos de iluminación y hasta en los huevos, lo que supone un riesgo de transmisión de patógenos. Aunque es difícil estimar las pérdidas productivas directas ocasionadas por las moscas, son responsables de importantes daños y costos en la producción.

Resistencias antimicrobianas

Las moscas albergan y propagan bacterias resistentes a los antibióticos, tanto en las granjas como en los entornos hospitalarios. El control de moscas eficiente reduce significativamente la propagación de enfermedades en las granjas, minimizando el uso de antibióticos. Por ello, controlar las moscas es una forma de reducir la diseminación de bacterias resistentes.

Las moscas son conocidas por ser portadoras de organismos asociados a las intoxicaciones alimentarias en humanos, tales como Salmonella spp., Campylobacter spp., E. coli y Listeria spp.

La especie Musca domestica se ha señalado como transmisor mecánico de patógenos como el paramixovirus causante de la enfermedad de Newcastle y al transporte del virus de la Influenza Aviar durante periodos de 72 horas postinfección, actuando además como vectores para bacterias, tales como Shigella spp., Vibrio cholerae, Escherichia coli, Staphylococcus aureus, Salmonella spp., Klebsiella spp., Enterobacter spp., Aeromonas spp., Campylobacter spp., así como parásitos protozoarios y huevos de algunos cestodos.

La abundancia de gallinaza y una mala gestión de residuos, crea un hábitat ideal para su reproducción. La gallinaza se acumula debajo de las aves hasta el final del lote, lo que varía de 5 semanas en el caso de la producción de broilers, hasta las más de 52 semanas en las gallinas de puesta. La facilidad con la que las moscas se pueden desplazar dentro y fuera de la nave avícola, así como el acceso a gallinaza fresca, facilita su desarrollo y persistencia en la granja.

Manejo Integrado de Plagas (MIP)

El Manejo Integrado de Plagas (MIP) de las poblaciones de moscas es el protocolo recomendado para la implementación con éxito de un programa de control de moscas.

Monitorización

El monitoreo de la población de moscas es una parte indispensable del manejo integral de plagas (MIP), existiendo hoy varias herramientas de monitoreo de larvas y adultos que permiten identificar su aparición, proporcionando una base para la temporalización y la frecuencia de aplicación de los insecticidas.

La utilización de tarjetas de puntos, dispuesta en lugares con gran población de moscas, permite realizar una estimación indirecta de la población total de moscas presentes. Un promedio de 50 a 100 manchas por tarjeta indica una alta actividad de moscas y una necesidad de intervención.

Existen otras herramientas de monitoreo como las cintas pegajosas, mosqueras con cebo o las parrillas de Scudder.

El monitoreo de larvas también es muy importante, para lo que es necesario realizar una inspección visual de los montones de estiércol en busca de puntos de desarrollo larvario.

Control mecánico

El control mecánico reside en la utilización de dispositivos de control y la retirada del estiércol, incluyendo las barreras físicas como las pantallas o ventiladores para prevenir la entrada de moscas a las naves avícolas, las trampas y los matamoscas eléctricos. Las trampas eléctricas no son prácticas para el control de grandes poblaciones de moscas debido al gran número de unidades necesarias y los costes que implican. Si resultan más eficientes para zonas más pequeñas de gestión de productos, oficinas y demás zonas cerca de las naves avícolas.

Control biológico

El control biológico debería formar parte de un programa integral de control de moscas en la explotación avícola. Las estrategias de biocontrol incluyen prácticas para incrementar la eficiencia de los enemigos naturales de las moscas.

Las avispas parasitoides, los escarabajos depredadores y los ácaros se emplean para el control de los estadios juveniles de las moscas. La liberación de la especie y variante correcta en el momento y cantidad adecuadas es esencial para un control efectivo.

Control químico

El uso de insecticidas para el control de moscas es un componente importante de un programa de control integral de moscas. Basándose en un monitoreo regular, se debe decidir cuándo es necesario aplicar insecticidas, siendo necesario guardar un registro sobre los productos y las dosis empleadas.

Es importante gestionar las posibles resistencias a los insecticidas:

  • Evitando la aplicación innecesaria de insecticidas.
  • Utilizando métodos de control físicos o biológicos.
  • Conservando áreas libres de tratamientos químicos donde las plagas susceptibles sobreviven.

En los casos en los que el uso de pesticidas se convierte en la única herramienta de control, el manejo de las resistencias requiere una rotación de pesticidas, cambiando entre distintos compuestos químicos diferentes mecanismos de acción.

Siempre es recomendable emplear productos con eficacia probada, alternando piretroides, organofosforados, neonicotinoides, espinosinos y insecticidas reguladores del crecimiento (IGRs).

La tendencia actual es el uso de IGR’s por su baja toxicidad y selectividad hacia organismos no blanco. Estos productos interfieren con el proceso normal de muda del insecto e impiden que la larva que lo ingiere, llegue a ser adulto. Existen propuestas disponibles a base de cyromazina (mímico de la hormona juvenil), diflubenzurón y triflumurón (inhibidores de síntesis de quitina), que pueden asperjarse en sectores con presencia de larvas. El lefenuron es un ingrediente activo eficaz y de alta especificidad para control de estadios juveniles (larvas, ninfas, etc.) de insectos. Sobre los adultos, ejerce su efecto sobre los órganos reproductores, disminuyendo la fecundidad en las hembras. Sobre las larvas, reduce la alimentación y evita que la vieja larva se desprenda de la cutícula al momento de la muda.

Compartimos un plan de rotación de insecticidas, incluyendo algunos de los principales tipos de insecticidas disponibles. Es importante tener en cuenta que la rotación entre piretroides y organofosforados no es recomendable debido a las potenciales resistencias cruzadas existentes entre ambos grupos.

Aplicación de insecticidas

Los IGR pueden emplearse conjuntamente con cualquier adulticida, ya que sus mecanismos de acción difieren, debiendo emplearse únicamente insecticidas aprobados (registrados) siguiendo las indicaciones del etiquetado.

Aplicación de adulticidas

La aplicación selectiva de productos químicos en las paredes y techos de las instalaciones avícolas donde descansan las moscas, así como el empleo de cebos en tableros y estaciones, es compatible con el uso de agentes biológicos, siempre y cuando se evite la contaminación de la gallinaza. El uso de cebos de moscas y la aplicación selectiva de los productos químicos de control de moscas en las porciones superiores de las naves donde descansan las moscas es compatible con los agentes de control biológico.

Algunos productos son polvos que pueden ser utilizados como pintura o por aspersión consiguiendo efectos residuales prolongados (6-8 semanas). El Hawker Max® de Gleba, está formulado con acetamiprid, activo neonicotínico de segunda generación con un rápido efecto de volteo, un mecanismo de acción novedoso (efectivo contra poblaciones con presencia de resistencia) y una alta estabilidad en diferentes ambientes. Actúa por contacto e ingestión, bloqueando las receptores nicotínicos de la neurona post sináptica, lo que altera la transmisión de acetilcolina, generando la muerte de la mosca.  y, en consecuencia, genera la muerte de las moscas.

Aplicación de larvicidas

Los larvicidas son productos químicos que se aplican directamente sobre la gallinaza para matar las larvas. Pueden aplicarse de forma puntual en espray, mediante gránulos o a través de premezclas. Los larvicidas son principalmente IGRs, siendo la ciromazina el principal ingrediente activo. Emplear ciromazina como aditivo alimentario o aplicada directamente sobre la gallinaza es aceptable, ya que es relativamente inocua para los ácaros depredadores y los escarabajos.

Debemos ser conscientes que es imposible erradicar todas las moscas, por lo que las prácticas de control se centran en reducir las poblaciones de moscas a unos niveles tolerables.

 

Tomá el control de las plagas con

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