Feromonas atractoras: conociendo el tricosene

El cis-9-tricoseno, principal feromona sexual de la mosca doméstica se ha convertido en un aliado estratégico para los controladores de plagas urbanas. Su alta especificidad y rápida acción potencian la eficacia de los cebos insecticidas y permiten un manejo más sostenible en ambientes sensibles. Compartimos algunas consideraciones para asegurar su eficiencia en los controles.

En el dinámico campo del control de plagas urbanas, la búsqueda de métodos más eficientes, selectivos y sostenibles es una constante. Lejos de depender exclusivamente de la acción tóxica de los insecticidas, las estrategias modernas de Manejo Integrado de Plagas (MIP) incorporan herramientas que manipulan el comportamiento de los insectos en nuestro beneficio. Entre estas herramientas, las feromonas se destacan como una de las más sofisticadas y prometedoras, actuando como potentes atractantes que aumentan significativamente la eficacia de los tratamientos.

Feromonas en el Control de Plagas

Las feromonas son compuestos químicos o mezclas de compuestos secretados por un individuo que provocan una respuesta específica en otro individuo de la misma especie. Son, en esencia, el lenguaje químico de los insectos. Regulan una amplia gama de comportamientos vitales, incluyendo la agregación, la alarma, el marcado de senderos y, fundamentalmente, la reproducción. Es precisamente esta última función, mediada por las feromonas sexuales, la que ha demostrado tener un valor incalculable en el control de plagas.

La incorporación de feromonas en formulaciones insecticidas se basa en una premisa simple pero ingeniosa: si podemos atraer al insecto plaga directamente al punto donde se encuentra el ingrediente activo, la probabilidad de contacto y, por ende, de control, se multiplica exponencialmente. Así se logra una mayor eficacia, ya que aumenta la tasa de encuentro entre el insecto y el insecticida, lo que puede traducirse en un control más rápido y completo con menores dosis de producto. Además, ofrece una alta selectividad, pues al ser específicas para cada especie, las feromonas atraen únicamente al insecto objetivo, minimizando el impacto sobre insectos benéficos y otros organismos no objetivo. Esto conduce a una reducción del uso de insecticidas, ya que, al potenciar la acción del formulado, es posible disminuir la cantidad total de ingrediente activo liberado en el ambiente. Finalmente, las feromonas son herramientas indispensables para el monitoreo y la detección temprana, permitiendo identificar la presencia de una plaga, evaluar su densidad poblacional y tomar decisiones de control más informadas.

Conociendo el tricosene

Dentro del arsenal de semioquímicos disponibles para el controlador de plagas urbanas, el (Z)-9-tricosene, comercialmente conocido como muscalure, es uno de los ejemplos más exitosos y estudiados. Esta molécula es el principal componente de la feromona sexual liberada por las hembras de la mosca doméstica (Musca domestica) para atraer a los machos.

Características Químicas y Modo de Acción

El tricosene es un hidrocarburo de cadena larga, un alqueno con la fórmula química C23​H46​. Su estructura específica, con un doble enlace en la novena posición de carbono en configuración «Z» (cis), es la que le confiere su actividad biológica. Los machos de la mosca doméstica poseen receptores olfativos altamente especializados en sus antenas, capaces de detectar concentraciones ínfimas de esta molécula en el aire.

Una vez detectada, la feromona desencadena en el macho un comportamiento de búsqueda activa y vuelo orientado hacia la fuente de emisión. En un contexto natural, esto lo conduciría hacia una hembra receptiva. En el contexto del control de plagas, lo dirige inexorablemente hacia un cebo insecticida o una trampa. Es importante destacar que, aunque su función principal es la atracción sexual de los machos, también se ha observado que el tricosene puede tener un efecto de agregación en ambos sexos, potenciando aún más su efectividad.

Basta una mínima concentración de tricoseno para inducir respuestas intensas de los machos, lo que permite que los insectos se acerquen rápidamente a las trampas o cebos preparados con insecticidas y compuestos alimenticios como azúcares. Esta combinación, feromona más alimento, garantiza una doble atracción: inicial por la señal sexual y posterior por la necesidad de alimentarse.

La síntesis artificial del tricosene ha permitido su producción a gran escala y su incorporación en una amplia variedad de formulados mosquicidas. Generalmente, se encuentra en concentraciones que varían entre el 0.025% y el 0.1% en el producto final. Su alta volatilidad es esencial para su función, ya que debe dispersarse en el ambiente para crear una pluma de olor que los insectos puedan seguir.

Un ejemplo práctico en el mercado es el insecticida Hawker Max®. Este producto combina un ingrediente activo neonicotínico de segunda generación (Acetamiprid) con un doble sistema de atracción: cebos azucarados que estimulan el instinto de alimentación de la mosca y la feromona tricosene, que actúa como un potente atrayente sexual y de agregación. Esta sinergia asegura que las moscas no solo encuentren el cebo, sino que se sientan fuertemente atraídas a él, aumentando drásticamente la probabilidad de ingestión o contacto con el insecticida y, por consiguiente, la efectividad del control. Se aplica con pincel o pulverizador, actuando por contacto e ingestión. Una vez dentro del cuerpo del insecto, se dirige rápidamente al sistema nervioso, bloqueando los receptores nicotínicos de la neurona post sináptica, lo que altera la transmisión de acetilcolina y, en consecuencia, genera la muerte. Este novedoso mecanismo de acción no produce resistencia.

Vida media: factor crítico de efectividad

Si bien la potencia atractiva del tricosene es indiscutible, su eficacia a lo largo del tiempo depende directamente de su persistencia en el ambiente, un concepto técnico que se mide a través de su vida media. La vida media (t1/2​) de un compuesto es el tiempo necesario para que la mitad de la cantidad inicial se degrade o disipe. En el caso de una feromona volátil como el tricosene, este factor es de suma importancia para el controlador de plagas, ya que determina la frecuencia con la que los cebos o trampas deben ser repuestos para mantener su poder de atracción.

La vida media del tricosene no es un valor fijo; es una variable dinámica influenciada por una serie de factores ambientales. La radiación ultravioleta (UV) es el principal factor de degradación, rompiendo los enlaces químicos de la molécula. La temperatura también juega un papel crucial, ya que condiciones más cálidas aumentan la tasa de volatilización, acelerando su agotamiento. De manera similar, el flujo de aire constante puede acelerar la disipación de la feromona desde la fuente. Finalmente, la propia formulación del producto es determinante, ya que tecnologías como la microencapsulación pueden proteger la feromona y extender su liberación y vida útil de manera significativa. En condiciones de campo, la vida media efectiva puede variar desde varias semanas en interiores protegidos hasta apenas unos días en exteriores con alta exposición solar.

Comprender el concepto de vida media es fundamental para el uso correcto de los productos que contienen tricosene. Un error común es asumir que mientras el cebo físico permanece visible, sigue siendo atractivo; sin embargo, la feromona puede haberse agotado mucho antes. Por ello, el profesional debe adoptar un enfoque metódico. Es imprescindible leer y seguir las indicaciones de la etiqueta del producto, donde los fabricantes ofrecen recomendaciones sobre la frecuencia de re-aplicación. Asimismo, se debe evaluar cuidadosamente las condiciones ambientales del sitio a tratar para identificar zonas de alta exposición solar, temperatura o ventilación, que requerirán reposiciones más frecuentes. Basado en esta evaluación, es crucial implementar un programa de mantenimiento con visitas regulares para reponer los cebos, asegurando una atracción óptima y continua. Finalmente, siempre que sea posible, se deben proteger los cebos en estaciones o lugares resguardados para maximizar la vida media del tricosene y la eficacia del tratamiento.

Integrando feromonas a los controles

El uso de feromonas como el tricosene en formulaciones insecticidas representa un salto cualitativo en el control de plagas urbanas. Transforma un simple producto tóxico en una «trampa inteligente» que manipula activamente el comportamiento del insecto plaga para aumentar la eficacia del control. Para el profesional, el tricosene es una herramienta de alta precisión para el manejo de la mosca doméstica, una plaga de gran importancia sanitaria.

Sin embargo, el éxito de esta herramienta depende de un entendimiento técnico sólido de sus propiedades, especialmente de su vida media. Reconocer que el poder de atracción es finito y está fuertemente influenciado por las condiciones ambientales es lo que distingue una aplicación reactiva de una estrategia proactiva y verdaderamente integrada. La correcta gestión de la vida media del tricosene no solo garantiza resultados de control superiores, sino que también optimiza el uso de recursos, reduce la cantidad de insecticida en el ambiente y refuerza el perfil profesional y técnico del controlador de plagas urbanas.

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