Correcta inspección en el control de roedores en producciones avícolas

En las granjas avícolas es común encontrar infestaciones de roedores. Inclusive algunas estadísticas indican que más del 90% de las granjas están infestadas. Basándonos en los principios de la gestión integrada de plagas, la correcta inspección y diagnóstico de presencia es clave para un control eficiente, que no ponga en juego los resultados de la producción.

Los roedores suelen estar presentes en las producciones avícolas porque el entorno les proporciona acceso a tres elementos esenciales para su supervivencia y desarrollo: alimento, refugio y agua. Cuanto más accesibles sean estos recursos, mayor será la capacidad de carga de la población, y en consecuencia, aumenta el riesgo sanitario potencial y real, y las mermas de alimentos y contaminación de estos.

Además de los daños sanitarios, pueden generar un daño en las estructuras y equipos de las instalaciones, como cables eléctricos y el aislamiento de techos y paredes. Los roedores pueden romper y consumir huevos, e incluso matar a los polluelos. También actúan como vectores y reservorios de patógenos avícolas y zoonóticos (capaces de transmitirse de animales a humanos), como Pasteurella multocida, Salmonella typhimurium, S. enteritidis y virus como los de la gripe aviar y la bursitis infecciosa. Por ejemplo, una sola bolita fecal de rata puede contener hasta 223,000 bacterias de Salmonella enteritidis, siendo capaz de defecar más de 100 bolitas al día. Incluso después de realizar la limpieza y desinfección de un gallinero, las poblaciones de ratones pueden seguir portando bacterias y virus que afectan a las aves de corral durante al menos 10 meses. 

Asimismo, los roedores son portadores de parásitos como piojos, ácaros y pulgas, lo que agrava su impacto negativo. También generan molestias constantes en los gallineros debido a los ruidos y movimientos que asustan a las aves, afectando su comportamiento y reduciendo su rendimiento.

Inspección y reconocimiento

En las granjas avícolas se pueden identificar tres tipos principales de roedores: la rata noruega o de alcantarilla (Rattus norvegicus), la rata negra o de los tejados (Rattus rattus) y el ratón doméstico (Mus Musculus). De estas especies, las dos primeras son las que generan mayores daños. Conocer y comprender la biología de estas especies es esencial para determinar los métodos de control más efectivos, ya que cada una presenta características y habilidades específicas que requieren estrategias de manejo diferenciadas.

Antes de implementar cualquier programa de control o gestión, es crucial identificar con precisión la magnitud y el alcance de la infestación. Subestimar la severidad de la plaga debido a inspecciones insuficientes es una de las principales causas de fracaso en los tratamientos, lo que puede llevar a una aplicación incorrecta de las medidas de control. La inspección inicial tiene como objetivos principales recopilar información sobre antecedentes y tratamientos previos, identificar las especies presentes y sus patrones de movimiento, localizar nidos y fuentes de alimento, evaluar riesgos para especies no objetivo, y determinar los lugares adecuados para implementar las medidas de control de forma segura y efectiva.

Para que una inspección sea eficaz, se necesita un profesional con habilidades de observación y conocimientos prácticos, capaz de interpretar los movimientos de los roedores a partir de sus señales y rastros, incluso si no se observa directamente a los animales. Estas señales pueden incluir excrementos, huellas, daños materiales, manchas de grasa y madrigueras.

El análisis de estas señales también permite identificar las causas de la infestación y los factores ambientales que favorecen su presencia. Abordar estos factores como parte del programa de control ayuda a reducir la capacidad de carga del entorno, lo que facilita el manejo de la plaga y disminuye las probabilidades de reinfestación una vez concluido el tratamiento.

La base de toda la estrategia de control es la correcta identificación de la plaga presente, reconociendo los factores que favorecen su presencia.

Diagnóstico del problema

Todos los animales dejan huellas de su presencia y actividad en el entorno donde viven. Estas señales indican que una especie específica ha estado en ese lugar, incluso si no se encuentra físicamente en el momento de la observación. Estos rastros son fundamentales para identificar y comprender la actividad de la especie en cuestión. A continuación, se describen algunos de los signos principales que dejan las ratas en su entorno, junto con consideraciones para interpretarlos correctamente.

Excrementos

Los excrementos son, generalmente, la señal más evidente de una infestación. Permiten identificar la especie de roedor, ya que cada una produce excrementos con características distintivas. Inicialmente, las heces son oscuras, brillantes y blandas, pero con el tiempo se vuelven secas, duras y finalmente opacas, adquiriendo un tono grisáceo. Sin embargo, el color y la textura pueden variar dependiendo del tipo de alimento consumido por el roedor o de la humedad/ temperatura existente.

El Rattus norvegicus produce diariamente entre 40 y 50 excrementos con extremos romos, de aproximadamente 2 cm de longitud y 0,7 cm de diámetro en animales adultos. Por otro lado, el Rattus rattus genera heces de unos 1,5 cm de longitud con extremos aguzados. Por lo tanto, una observación detallada de los excrementos permite identificar la especie presente en el área.

En el caso del Mus musculus, sus heces son más pequeñas, con una longitud de entre 3 y 6 mm y un diámetro de 1 a 2,5 mm. Estas tienen forma alargada y cilíndrica, con al menos un extremo aguzado. Su color varía entre negruzco y pardo, dependiendo de la dieta del animal. Al momento de ser expulsadas, son blandas y brillantes, pero después de uno o dos días se endurecen y adquieren un aspecto opaco.

Tanto el Rattus norvegicus como el Rattus rattus defecan mientras se desplazan y también al alimentarse. Por esta razón, es común encontrar excrementos tanto en los trayectos que recorren como en las áreas donde acceden a fuentes de alimento.

Por otro lado, es fundamental evitar confundir estas heces con las de otras especies que podrían estar presentes en el entorno de la producción, como los murciélagos.

Es clave diferenciar los excrementos de murciélagos (izquierda) y la de los roedores (derecha)

Madrigueras 

Las madrigueras pueden ser un claro indicador de la especie presente. Esto hace que la búsqueda de cuevas constituya una práctica recomendable para la detección de la presencia de la especie. En general, el Rattus norvegicus manifiesta la excavación de un refugio subterráneo como característica más saliente de su patrón de nidificación. Sus madrigueras pueden encontrarse en el perímetro externo de las naves avícolas, aunque en ocasiones pueden ubicarse en los interiores.

Las entradas suelen localizarse junto a paredes o a otro tipo de construcciones, así como también en contacto con elementos naturales como piedras, troncos o herbáceas de pequeño tamaño. Su diámetro es de aproximadamente 8 cm. Cuando el nido está activo, su boca aparece limpia de vegetación, con la tierra compactada y lisa.

Por otro lado, la localización de los refugios de Rattus rattus resulta considerablemente más dificultosa, por lo que su búsqueda activa no es redituable. En medios naturales, la especie nidifica en estratos de vegetación alejados del nivel del terreno. En ambientes productivos, nidifica típicamente en los techos o cualquier otro refugio encontrado en la parte superior de las construcciones. En todos los casos, los hallazgos de estos nidos son meramente casuales. Encontrar roeduras en los materiales de los techos, como maderas o lonas, puede ser una clara señal de su presencia.

Marcas de Grasa

Los roedores suelen seguir siempre el mismo recorrido desde su escondite hasta las zonas de alimentación. Durante este trayecto pueden dejar manchas causadas por el roce de su cuerpo, que está cubierto de grasitud y suciedad. Estas marcas son visibles en superficies como vigas, tirantes, cabriadas, cañerías, paredes y a lo largo de los senderos que utilizan frecuentemente. Estos rastros son una señal característica de su actividad y pueden ser útiles para identificar las rutas habituales que recorren.

Conclusión final

La correcta inspección es un pilar fundamental para el manejo de roedores en las producciones avícolas, ya que permite identificar con precisión la presencia y actividad de estas plagas, así como los factores que favorecen su proliferación. Una inspección detallada y bien ejecutada no solo garantiza un control más eficiente, sino que también minimiza las probabilidades de reinfestación, contribuyendo a mantener un entorno más seguro y productivo.

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