Junto con las cucarachas, las moscas son indicadores de cierto grado de higiene deficitario. Un leve problema de moscas sin controlar puede convertirse rápidamente en una grave infestación, ya que algunas especies son capaces de completar su desarrollo en tan solo siete días.
La M. doméstica es uno de los insectos más evolucionados, con una reproducción rápida y eficiente. El adulto es omnívoro y sumamente adaptable, y parece ser el insecto con la mayor capacidad para desarrollar resistencia a los insecticidas.
Es, sin duda, uno de los insectos contaminantes más comunes en los asentamientos humanos y se asocia como vector de diversos patógenos alimentarios. Se reproduce en materia en descomposición, donde adquieren y transmiten patógenos a los alimentos, causando su deterioro y la transmisión de enfermedades. En una estimación conservadora, M. doméstica está asociada con la vectorización de más de 100 agentes etiológicos de enfermedades bacterianas, protozoarias y víricas.
Controlar las moscas en entornos donde se producen, procesan o sirven alimentos es tanto una obligación legal como moral, además de ser uno de los prerrequisitos necesarios para cumplir la normativa sobre seguridad alimentaria. Las moscas, que se posan sobre lo limpio y sobre lo insalubre, pueden transmitir microorganismos patógenos por contacto, regurgitación y excreción.
Su control es importante porque, gracias a su capacidad de desplazamiento, las moscas favorecen el transporte mecánico de agentes patógenos, como Salmonella, E.coli y otros muchos, adheridos a las vellosidades de su cuerpo y a las almohadillas de sus patas. También alojan estos patógenos en el interior de su aparato digestivo, y pueden transmitirlos fácilmente.
Ciclo vital de la mosca doméstica
Por regla general, las especies de moscas siguen un ciclo anual, con un incremento de la actividad al subir las temperaturas en primavera, una mayor actividad en el verano y la disminución progresiva en otoño hasta su desaparición en invierno.
En su ciclo de vida, pasan por una metamorfosis completa, con las fases de huevo, larva, pupa y adulto. Muchas especies de moscas pasan el invierno en sus etapas inmaduras. Por lo tanto, no mueren cuando hace frio, sino que ralentizan su evolución hasta que la temperatura ambiente es adecuada para permitir el desarrollo de huevos, larvas y pupas. Otras especies pueden sobrevivir el invierno en forma adulta si consiguen refugiarse en el interior de estructuras.
En el ciclo vital de las moscas, tras la cópula, la hembra pone paquetes de huevos fecundados en materia orgánica en descomposición, fermentación, excrementos, o incluso en los propios animales, parasitándolos. La hembra pone sus huevos alrededor de 2 días después de la cópula, en condiciones ideales de 32-35°C, y de nueve días si la temperatura es de 15°C. El lugar de la ovoposición es elegido a través del olor. El dióxido de carbono, el amoniaco y otros gases generados por la descomposición de la materia orgánica son particularmente buscados por estos insectos. Los huevos eclosionan en un período de entre 8 horas a 3 días, las larvas pasan por tres estados y luego forma una crisálida o capullo de la cual emergerán los adultos. Una hembra adulta deposita de 50 a 100 huevos de una vez y alrededor de 500 huevos durante su vida.
Control
El manejo integrado de plagas es el mejor método para controlar a las moscas. Con motivo de la aparición de resistencias a los plaguicidas, la incorporación de estrategias múltiples de manejo ha constituido el programa de control de mayor éxito. Esto abarca el monitoreo, el control del entorno y el tratamiento cultural, físico y químico.
Control cultural
Este método cambia el ambiente para evitar que las moscas domésticas se desarrollen. El mejor método de control cultural es eliminar cualquier materia orgánica. Esto incluye vegetales u otros alimentos derivados en los que las moscas puedan poner sus huevos. La clave del control cultural es la higiene del ambiente.
No existe insecticida alguno en el mercado capaz de contrarrestar la falta de higiene.
Control físico
Existen métodos mecánicos para controlar la población de moscas. Estos consisten en metodologías tendientes a impedir que las moscas ingresen a un determinado recinto o bien una vez que hayan ingresado, queden atrapadas o se eliminen por algún dispositivo adecuado. Dentro de esta técnica se encuentran la utilización de mallas mosquiteras y cortinas. También existen trampas viscosas y trampas de luz ultravioleta que reducen las poblaciones de moscas domésticas.
Control químico
El mecanismo de acción de un insecticida está determinado por la ruta metabólica en la que interfiere. Los insecticidas pueden actuar como tóxicos físicos (aceites minerales), tóxicos respiratorios, neurotóxicos (carbamatos, fosforados, piretroides), tóxicos protoplásmicos, reguladores del crecimiento (reguladores de la hormona juvenil y de la muda), inhibidores de la síntesis de quitina, reguladores del comportamiento, inhibidores de la fosforilación moxidativa, entre otras.
En el mercado existen insecticidas de gran efectividad para el control de estos vectores; sin embargo, es necesario tener en cuenta que la mosca domestica posee una gran capacidad para desarrollar resistencia, razón por la cual el control debe basarse en la implementación de estrategias que combinen diferentes ingredientes activos y una correcta rotación. Siempre es recomendable emplear productos con eficacia probada, alternando piretroides, organofosforados, neonicotinoides, espinosinos, insecticidas reguladores del crecimiento (IGRs). Los productos químicos utilizados para combatir a la mosca doméstica se encuentran en el mercado en diversas presentaciones (líquidos, polvos, granulados, etc.)
En la elección de productos químicos, se debe considerar la eficiencia, tanto en términos de duración como de rapidez de acción, facilidad de uso, prevención de resistencias y efectividad de costos. Los métodos para el uso de insecticidas varían según se trate de adulticidas (cebos, fumigado y pintado de superficies) o larvicidas (fumigando lugares de cría y uso de aditivos alimentarios).
Adulticidas: Eliminan las moscas adultas, lo que no solo disminuye la carga de estos insectos, sino que también contribuyen a una menor oviposición y por lo tanto a que exista una menor reposición de moscas.
Entre las diferentes ofertas de productos se pueden encontrar:
- Cebos y Pinturas: Están compuestos por un insecticida y un atrayente hormonal. El insecto es atraído por la hormona y muere al contactar con la superficie tratada que posee el insecticida. También se pueden utilizar paneles con franjas oblicuas amarillas y rojas para atraer el insecto.
- Hawker Max® está formulado con acetamiprid, activo neonicotínico de segunda generación, que tiene un muy alto efecto de derribo y excelente residualidad. Se aplica con pincel o pulverizador, actuando por contacto e ingestión. Una vez dentro del cuerpo del insecto, se dirige rápidamente al sistema nervioso de las moscas, bloqueando los receptores nicotínicos de la neurona post sináptica, lo que altera la transmisión de acetilcolina y, en consecuencia, genera la muerte de las moscas. Este novedoso mecanismo de acción no produce resistencia.
- Aspersiones y Fumigaciones: Poseen alto poder de volteo al contacto con el insecto. Ambos métodos son utilizados en aquellos sitios donde existe una alta generación de moscas. Debe recordarse que toda acción tendiente a controlar a las moscas adultas no generará un efecto perdurable en el tiempo, dado que los estadios inmaduros continúan con su evolución normal.
- El Pulex® combina lufenuron + pirimifos metil, este último pertenece a la familia de los organofosforados y ejerce su acción inhibiendo el acetil colinesterasa. La combinación de ingredientes activos que garantiza un excelente efecto insecticida y buena residualidad. Actúa sobre distintos estadios, controlando eficazmente aquellos juveniles (huevos/larvas) y adultos
Larvicidas: Son drogas que interfieren sobre estadios inmaduros del ciclo biológico, más específicamente sobre el estadio larvario afectando su normal crecimiento e inhibiendo su desarrollo, siendo visible el resultado aproximadamente dos semanas después de comenzada su utilización. Es muy utilizado el lufenuron, un regulador de crecimiento de alta especificidad para control de estadios juveniles (larvas, ninfas, etc.) de insectos. Por sus características físico-químicas, puede penetrar principalmente por vía oral y, ocasionalmente, por vía dérmica. Provoca la interrupción del crecimiento al inhibir la síntesis de quitina, por acción sobre la enzima quitinasintetaza, además reduce la alimentación y evita que la vieja larva se desprenda de la cutícula al momento de la muda.
Es clave utilizar los productos en las dosis exactas recomendadas en su etiqueta. El uso de dosis menores (sub-letales) selecciona rápidamente poblaciones medianamente tolerantes, mientras que dosis mayores a las recomendadas pueden imponer presiones de selección excesivas, favoreciendo también la aparición de resistencias. Tanto los equipos como los productos deben ser apropiados y en buen estado de para mantener su eficacia óptima. Asimismo, los aplicadores deben tener la formación necesaria, para conseguir el mejor control posible.