La calidad del agua puede afectar el desempeño de ciertos principios activos. Comprender las características del agua y la sensibilidad del producto puede mejorar los resultados del control de plagas. El pH, los minerales disueltos, los sólidos en suspensión y la temperatura pueden afectar el rendimiento de los insecticidas líquidos.
Con la ayuda de los insecticidas modernos cada vez se logran mejores resultados al momento de controlar plagas como mosquitos, moscas, pulgas, cucarachas, etc. Pero en ocasiones estos no brindan los resultados que esperamos. ¿Será por errores al momento de aplicación o de la dosis elegida? ¿Quizás el producto elegido no es la mejor opción de control efectiva o un gran porcentaje de la población de la plaga ha desarrollado resistencia? Estas son las primeras ideas que vienen a la mente cuando un producto no brinda los resultados esperados. Sin embargo, a menudo se pasa por alto el papel que juega la calidad del agua.
No debería sorprendernos que la calidad del agua es un factor clave en la efectividad de una aplicación. Después de todo, la gran mayoría de una mezcla de pulverización está compuesta por agua, a menudo más del 95 por ciento. Generalmente la única atención que recibe el agua suele ser la medición del volumen específico de la mezcla para lograr la dilución deseada.
Es fundamental conocer el tipo de agua con el que vamos a trabajar, y corregirlo en caso de necesidad antes de agregar un insecticida domisanitario al tanque. Este es un paso simple y de bajo costo que puede aumentar la efectividad de ciertos ingredientes activos. Entonces, ¿qué aspectos del agua hay que controlar?
Los dos atributos más importantes a considerar al evaluar la calidad del agua que pueden afectar negativamente el desempeño de los insecticidas son el pH y la dureza.
El pH del Agua
El pH es un factor crítico en la eficacia de la mayoría de los insecticidas. Dado que la mayoría estos son formadores de ácido, es fundamental que el pH del agua sea ácido, siendo el óptimo entre 5,0 y 6,0, para evitar la hidrólisis química (disociación).
El pH varía de 0 a 14. Un pH de 7 se considera neutral, un pH menor de 7 es ácido y un pH mayor de 7 es alcalino. Algunos insecticidas, en particular los insecticidas carbamatos y organofosforados, son sensibles al pH y se descomponen al reaccionar con el agua a través de un proceso conocido como hidrólisis (hidro, que significa «agua», y lisis, que significa «desligarse»). Experimentan una reacción química en presencia de agua alcalina (pH superior a 7). Básicamente, el ingrediente activo del pesticida se divide en moléculas más pequeñas y se vuelve inútil. La hidrólisis puede ocurrir desde el momento en que se agrega el pesticida a la solución de pulverización, y una vez que se rompe la molécula del pesticida ya no será efectiva.
En las reacciones de hidrólisis se rompe una molécula por adición de una molécula de agua.
La velocidad y la intensidad de esta descomposición depende de las propiedades químicas específicas del ingrediente activo, el pH del agua de la mezcla y el tiempo que el insecticida está en contacto con el agua. El agua de mezcla por aspersión con un valor de pH entre 8 y 9 puede causar una rápida hidrólisis hasta el punto en que el grado de control de plagas se reduce o se pierde en gran medida.
La degradación química de un insecticida se denomina comúnmente en términos de su vida media. Una vida media es el período de tiempo que tarda la mitad (50% de hidrólisis) de la cantidad de insecticida en el agua en degradarse.
Este es un aspecto importante a tener en cuenta al mezclar insectidcidas. Cuanto más tiempo se deja en solución un producto, más vulnerable será a problemas de pH como la hidrólisis. Debe hacerse todo lo posible para terminar una aplicación dentro de unas pocas horas luego de prepararse el tanque. No guarde mezclas de productos en el tanque durante la noche ya que no mantendrán la eficacia inicial. Siguiendo sólo esta práctica podría ayudar a mejorar la eficacia de sus aplicaciones.
Podemos identificar el pH del agua con la que vamos a trabajar con un kit de prueba para piscinas, papel tornasol o un medidor de pH. El uso de correctores de pH también puede ayudar.
Dureza del Agua
La dureza del agua puede influir en el rendimiento de los insecticidas. Entendemos la dureza del agua como la concentración de sales, principalmente de magnesio y calcio, en una determinada cantidad de agua. Esta dureza total del agua viene dada en ppm o en mg/l de CaCO3. Sus niveles altos tienen efectos negativos sobre el insecticida.
El agua dura, causada por la presencia de cationes disueltos como calcio, magnesio y hierro, afecta algunos insecticidas. Los cationes cargados positivamente en agua dura se unen a las moléculas del insecticida cargadas negativamente, lo que resulta en un control menos efectivo.
La clasificación del agua, según las partes que contiene por millón de CaCO3, se establece de la siguiente manera:
Estos cationes pueden reducir aún más la eficacia de los insecticidas ácidos débiles, especialmente si el pH del agua es por encima del rango ideal. El efecto ocurre debido a que el insecticida se disocia entre componentes cargados positiva y negativamente, y los cationes del agua se unen con la porción cargada negativamente del pesticida. Esto deriva en problemas como que moléculas no pueden ser absorbidas por la plaga objetivo, o entran a un ritmo más lento o forman sales insolubles.