Calidad como pilar en la formulación de soluciones para el control de plagas

Gleba, a lo largo de sus siete décadas, ha invertido en infraestructura y tecnología avanzada para mejorar la calidad de sus formulaciones en agricultura y protección ambiental, cumpliendo con los más altos estándares internacionales. Compartimos una recorrida por el proceso de producción, donde la empresa prioriza la calidad en todas sus etapas, desde el análisis de materias primas hasta las verificaciones del producto terminado.

A lo largo de su historia, Gleba fue logrando una serie de mejoras sustanciales en las instalaciones de Melchor Romero, orientadas a aumentar la capacidad instalada y la calidad de las formulaciones a los estándares internacionales más altos, como también a transformar la fábrica en un ambiente sostenible y con importantes mejoras en la calidad de trabajo de los empleados.

Hoy la compañía forma parte del holding ANASAC, un grupo que diversifica sus actividades en el agro, la sanidad ambiental, la producción para terceros y la investigación. Mantiene operaciones en tres continentes, contando con más de 1450 empleados, ocho plantas y oficinas centrales en Santiago, Chile. 

La calidad como pilar del proceso

La planta de Melchor Romero cuenta con 7.000 mt2 productivos en un predio de 40.000 mt2, con una capacidad instalada de cinco millones de litros por año, derivada de sus ocho líneas de producción: insecticidas, fungicidas, herbicidas, rodenticidas y geles insecticidas. El establecimiento posee tecnología para realizar formulaciones químicas de mezclado y moliendas en lotes de 8.000, 12.000 y 20.000 lts.

Cada una de las líneas de producción se encuentra completamente aislada para garantizar la mejor calidad durante todo el proceso productivo, evitando contaminaciones cruzadas en todas sus etapas.

Análisis, análisis, análisis

El primer paso del proceso productivo empieza mucho antes que el ingrediente activo ingrese a la planta de producción. Inicia en la selección de proveedores, quienes son evaluados para garantizar que logran alcanzar los estándares requeridos, y validar certificaciones que aseguren la entrega de materias primas de la más alta calidad de manera sostenida en el tiempo. 

Superado ese paso, el 100% de los ingredientes activos de cada lote recibido es sometido durante 48 horas a una serie rigurosa de análisis fisicoquímicos (viscosidad, aspecto, concentración, densidad, entre otros) para comprobar que han mantenido la integridad del producto, es decir las cualidades físicas y químicas necesarias antes de su almacenado.

Este proceso se realiza con un cromatógrafo de líquida ultra alta resolución ACQUITY UPLC. Su tecnología permite llevar a cabo las separaciones más exigentes, con valores de eficacia más elevados en un rango mucho más amplio de velocidades lineales, caudales y contrapresiones. Ese equipamiento de análisis permite prevenir la contaminación cruzada de los preparados, garantizando la calidad de las formulaciones para tratamientos libres de contaminantes.

Una vez definido el objetivo a producir, antes de ingresar a la línea de producción las materias primas son nuevamente controladas, en este caso con un electrómetro analizador NIR portátil Thermo Scientific™ que permite su rápida identificación, reconociendo si mantienen sus cualidades fisicoquímicas, un paso fundamental para garantizar la calidad del producto a desarrollar.

En ese momento comienzan los procesos de mezclado o molienda, según corresponda, en la línea de producción definida. Tal proceso es monitoreado constantemente por el laboratorio de control de calidad durante las 10 horas de formulación, realizando hasta 30 controles por lote para  garantizar la mejor calidad. Estos controles comprenden análisis de concentración, viscosidad, granulometría, pH y densidad.

Etiquetado y envasado

Finalizado el proceso de formulación, al igual que lo hecho con las materias primas, los envases son sometidos a un exigente control, verificando aspectos como medidas de espesores, tamaño de pico, pruebas de sellado, inducciones y enroscado, entre otros. Luego, una envasadora automática realiza el etiquetado y envasado en las presentaciones de uno, cinco y 20 litros, según sean los requerimientos del cliente. 

En este mismo proceso se imprime un número de lote previamente asignado por el laboratorio, que brinda información clave para realizar la trazabilidad completa del producto durante toda su vida útil. Durante esa etapa se realizan controles alternados, dependiendo del tamaño del lote, cada 1500 litros aproximadamente, para confirmar la integridad del producto.

Concluido el envasado, el laboratorio de Control de Calidad realiza las últimas verificaciones sujetas a las normativas de control según estándares internacionales como las de la CIPAC (Collaborative International Pesticides Analytical Council – www.cipac.org), verificando detalles de imagen, información y concentración. Finalmente, el producto es acondicionado para su despacho, quedando disponible para la venta.

Jorge Haizaguerre, gerente de producción de la empresa, destaca: “Avanzar con la implementación de un programa continuo de inversiones nos llena de orgullo, remarcando el compromiso de la empresa de ofrecer siempre productos con los más altos estándares internacionales.”

A lo largo de su historia, Gleba se ha caracterizado por su compromiso con la calidad, la innovación y la sustentabilidad, centrándose siempre en las necesidades de sus clientes. 

Tomá el control de las plagas con

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